J. solía preguntarme, ¿cómo haces para decirme una hora y jamás aparecerte?. Él me amaba. Su madre me amaba. Me amaba hasta que lo supo, ese día apareció por mi casa, se volvió loca al mismo tiempo que accedió a la razón de mis desapariciones. Eres una idiota, me gritaba, si J. dejase de ser ciego y te viera tal como eres, realmente se deprimiría.
Yo no sé qué le pasaría a él si lo viera, pero ahora mismo el aviso de Burger King me parece una luna. De hecho lo confundí durante un buen rato. Miraba a la gente en las ventanas de las micros, a los adoquines anacrónicos de la calle, a los millones de precios en las vitrinas de los almacenes, o a nada en particular y todo el tiempo estaba en mi campo visual, arriba a la izquierda, esa presencia circular blanca. Para mi era la luna, me gustaba que la luna estuviese así de llena. La miré y me empapé de tristeza, que fuera el aviso de Burger King realmente me deprimió. Pensé en la madre de J.
1 comentario:
yo tenia 19 y ella 17, quiza era entendible, y por un rato, yo tambien pense en la madre de j.
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