Sin embargo, una vez me dieron con el puño en la cara, dolió como pocas cosas han dolido, justo en el pómulo, en esa piel delgada tan cerca del cráneo. Todos los que ahí estaban lo vieron. El tiempo, como si con sus miradas intentasen retenerlo, se demoró cada vez más y, he aquí la paradoja, se detuvo del todo por dos segundos.
Se detuvo el tiempo y regresó, efectivamente, volvió a emerger por una sola razón: permitir el flujo de un delgado hilo de sangre, tímido primero, desde mi mejilla hasta la comisura de mis labios, caudal inverosímil después, tiñendo carmesí cada rincón de mi pecho.
6 comentarios:
carmesí
le pondre asi
a alguien que salga
de mi algun dia
el tiempo, se detiene cuando hacemos el amor que también es un golpe que también da en pleno rostro y a ratos sigue golpeando aún despúes de las horas,
Me encantó tu comentario en mi blog en el Decálogo!! viva la irreverencia!!!
Muy buen texto, se puede sentir la sangre corriendo por la mejilla....
abrazos friolentos
que fuerte post, lo leo y me recuerda momentos duro de mi vida, lo vuelvo a leer y me produce algo que no puedo explicar, me acuerdo de mi intoxicación de cosas fuertes, no se si esa era la intención, pero eso sentí.
Yo conozco este diálogo, lo he visto en otro lado.
Sick Boy, por Trainspotting???, sería a good news.
Buen descubrimiento, éste, un abrazo.
el tiempo...el maldito tiempo
me hubiera gustado compartir algunas cosas contigo
haberme desahogado
haberme entretenido y olvidado
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