Lo tiran del auto. A la chucha, a la nada. El estruendo de la puerta, las llantas chirriando y rajándose en el pavimento. Queda solo, un quejido y mirada al conductor. Es de noche en el desierto y está helado, ráfagas gélidas, los ojos quietos, fijos en el auto que se aleja.
Dos
Amanece. La carretera que separa Calama de San Pedro se extiende por unas 30 millas. Cruza un paisaje casi bicromático, en el que contrastan cielo azul profundo con tierra café bermellón. No hay vegetación de más de diez centímetros y el sol pegará fuerte.
Tres
Un punto azul emerge del horizonte, distorsionado por el calor del asfalto hasta ser un auto viejo. Se estira como puede y encuentra con la mirada la del conductor que lo ve de frente, de lado y luego por el espejo retrovisor, estático, un punto y luego nada.
Cuatro
Se usan las quebradas como basureros, alguna vez pasó agua. Pañales, biblias mordidas y en buen estado, copias gratuitas de evaluación de windows vista. La gente tira sus basuras desde los autos, para no verla nunca más.
Cinco
Su olfato agudizado por el hambre le permite hallar restos de comida que traga de un mordisco. Se pasa los días olisqueando por si tuviera la suerte de comerse algo nuevamente. Lo único que lo distrae del vertedero es el paso de los autos, precedente de la desazón, toda vez que desaparecen. Pero él se mantiene quieto y estirado, elegante podría decirse, pese a todo, aun cuando la desolación brota, los ojos se nublan, se copan de lágrimas.
Seis
El perro me recordó algo.
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